16 de septiembre, 2014

Especial Inkle

80 Days
Inkle
2014
Ficción Interactiva
Digital, App Store
www.inklestudios.com/80days/

80 Days

Gracias a la ficción en sus múltiples facetas lo tenemos todo más que explorado. Desde los rincones más recónditos del planeta hasta el mismo subsuelo, donde habitan, como bien sabemos, virus mortíferos y gusanos voraces. Desde las simas abisales hasta las puntas inconquistables en el Himalaya. Y por supuesto el espacio exterior, dimensiones desconocidas y paralelas a la nuestra, multiversos… por no dejar, ni siquiera nos dejamos por recorrer nuestros propios senderos internos en viajes iniciáticos que nos convierten en Eneas en miniatura. Así que Julio Verne y sus inocentes aventuras están más que superados en estos días. No hay mucho que rascar en ellas. ¿O quizás sí? Las buenas gentes de Inkle están decididas a demostrarlo.

No se trata sólo del carácter atemporal indiscutible, ni siquiera del hecho de que el legado de las novelas de Verne pueda rastrearse todavía en muchas de las obras actuales de aventura. Hubiera sido muy sencillo para Inkle limitarse a un homenaje, una forma de acercar la literatura del autor francés a las nuevas generaciones, al tiempo que la curiosidad habría atraído a los mayores por lo menos un rato. Pero no estamos hablando de un libro interactivo ni de una app interactiva (por perogrullesco que esto suene). Estamos hablando de ficción interactiva exprimida al máximo, de todo un órdago de un género que tantas veces se confunde o difumina con otros, quizás por esa ambigüedad que carga como un sambenito en su misma denominación. Con su 80 Days para iOS, Inkle pone sobre la mesa una mano que todos creemos conocer de sobra: la historia del señor Fogg y su fiel sirviente Passepartout en su aventura por recorrer el mundo en ochenta días a para ganar una apuesta. Pero esto no es más que el reverso, el asidero reconocible para nosotros. Al girar las cartas nos encontramos una experiencia completamente nueva, tejida con manos de experto en la materia.

80 Days es un juego interesante para quienes quieran disfrutar de una buena historia, pero al mismo tiempo es un reto más que estimulante para los amantes de la gestión de recursos. Nos ponemos en la piel de Passepartout, que como el artista de circo que fue deberá manejar multitud de variables en complejo malabarismo para conseguir que la aventura llegue a buen puerto… y en el plazo pactado, claro. Durante gran parte de la historia nuestra labor consistirá en ir eligiendo las rutas alrededor del mundo y los medios de transporte: uno de los aciertos de 80 Days es lo bien que recoge ese sentido de la maravilla propio de Verne, para lo que ha escogido una estética steampunk capaz de sorprendernos y al mismo tiempo de entroncar con la trayectoria del autor. Viajaremos en toda clase de ingenios mecánicos en una ucronía (futurismo victoriano, nos dice Inkle) en la que no faltan su emblemático y maravilloso elefante (al que podéis visitar en Nantes, por cierto) o cierto submarino delgado como una hoja que nos resultará más que familiar.

Los viajes son absorbentes. Podemos trasladar nuestra fascinación a Passepartout, que no dudará en pegar la nariz a la ventana, conversar y recabar información con el resto de pasajeros si así lo decidimos; u optar por una actitud mucho más reposada y tranquila, en la que nuestro protagonista se dedicará al cuidado de su señor. Ocuparnos de Fogg será otra de las tareas imprescindibles: debemos evitar que la dureza de los trayectos merme su salud y tratar de mantenernos en buena relación con él. Desde su carácter flemático no verá con buenos ojos, en ocasiones, que nos escapemos a explorar o a charlar. Ah, ingleses…

Una vez en las ciudades, tendremos la posibilidad de descansar en un hotel, acudir al mercado a comprar objetos propios de la región o vender los que llevemos, y gestionar nuestras finanzas. Los viajes no serán precisamente baratos y más de una vez tendremos que pedir préstamos al Banco de Londres, endeudándonos peligrosamente con ello. Explorar y deambular por las calles es otra tarea que no podremos descuidar durante estos recesos: gracias a ella no sólo descubriremos las peculiaridades de cada país sino que obtendremos información que nos abrirá nuevas rutas en el mapa.

Esto no es una aventura point-and-click. No se trata de limitarse a escoger una opción u otra y valorar posibilidades lógica o matemáticamente. Aquí hay que leer, y leer mucho, al menos si queremos experimentar el juego tal como ha sido concebido, entendiéndolo más allá de esa carrera contrarreloj que no es otra cosa que un inmenso macguffin para ponernos en marcha. El gran valor de la ficción interactiva, y con este nombre abarcamos sin miedo desde los librojuegos de Fighting Fantasy hasta las propuestas recientes de Telltale, se encuentra en que nos pone a la vez en el papel de narrador y lector. La maestría está en conseguir que la línea que separa inevitablemente nuestro mundo del virtual se difumine al máximo. Claro, en 80 Days hay caminos prefijados: no estamos ante un sandbox ni nada que se le parezca. Pero durante el tiempo que jugamos esto es completamente transparente para nosotros. Nuestras decisiones son las que conforman el mundo que nos rodea, y no hablamos sólo de conseguir un éxito o un fracaso en nuestras sucesivas misiones. La forma en que contestemos a las conversaciones o en que escojamos cómo percibir una situación (con temor, con reserva, con entusiasmo) sirven para modelar a nuestro protagonista, su carácter, sus relaciones con los demás. Con todo ello nos convertimos en creadores en sintonía con el propio desarrollador. El demonio en la máquina nos observa, pulsa una cuerda, y espera a que seamos nosotros quienes respondamos, completando la melodía y desenvolviendo el mundo frente a nuestros ojos. Si todavía queda alguien insistiendo en que el jugador de ficción interactiva es pasivo, es que no tiene muy claro de qué va esto.

Acerca de Scullywen


Una especie de bundle friki con patas: videojuegos, rol, juegos de mesa con muchas piececitas de colores, ciencia ficción y fantasía a tutiplén, cómics, series de esas que no tienen audiencia y pueblan los sueños húmedos de Joss Whedon... También escribo cosas, y a veces lo hago con las manos. Y con un gato encima del teclado.

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