Si las historias infantiles fueran ciertas, todos tendríamos un tío o un abuelo inventor. Un tipo excéntrico que nos haría vivir aventuras, quisiéramos o no; que nos llevaría a conocer mundos lejanos y criaturas misteriosas. Cuando crecemos, nos damos cuenta de que no hay donde rascar: nuestros tíos acaban siendo tan aburridos como cualquier otro, y ninguno tiene un laboratorio secreto repleto de probetas burbujeantes. O casi ninguno, al menos.
A Story About My Uncle, del estudio sueco Gone North, es el cuento para dormir de un padre a su hija. Llevamos una semana muy dedicada a los críos, gracias a nuestro Ruber, y este juego puede servir como colofón; pocos momentos más íntimos existen entre padres e hijos que esos minutos antes de dormir, en los que la imaginación agotada del niño tan sólo quiere volar de la mano de una historia. En un mundo libre en el que las reglas se desdibujen y todo sea posible. Todo esto se resume en un término mucho más corto, claro: el sentido de la maravilla, el motor de las historias de fantasía que tantas veces, por desgracia, queda socavado en el mundo del videojuego por nuestra necesidad de raciocinio. Necesitamos que nos expliquen las cosas cuando jugamos porque, aunque nos metamos en la piel de un niño, la asimilación casi nunca es completa. Nos cuesta dejarnos llevar: seguimos siendo adultos que lo exploran todo con ojo crítico.
Esta barrera se supera en A Story About My Uncle, y es sin duda lo que nos cautiva desde un primer momento. Todo fluye, sin artificio, sin límites que separen la realidad de la maravilla más allá de la propia distancia temporal. El narrador, a la sazón protagonista, relata a su hija la historia de su viaje por un mundo fantástico ocurrido durante su niñez: cómo decidió salir en búsqueda de Fred, el excéntrico tío que todos habríamos querido tener, después de que éste aparentemente desapareciera en otra dimensión. Por suerte para él contó con la ayuda de un traje inventado por su tío, de claras reminiscencias steampunk, que le permite saltar a alturas considerables, resistir impactos… y lo más importante, utilizar una suerte de gancho electromagnético con el que agarrarse a los objetos y salvar grandes distancias.
La mecánica a la que nos enfrentamos es la de un plataformas en primera persona donde los saltos de fe serán el componente principal. Sí, saltos de fe. No porque el juego esté mal diseñado, en absoluto. La inseguridad será la nota dominante en nosotros cada vez que tratemos de alcanzar una nueva plataforma, un saliente, de llegar a una roca flotante lejana que apenas atisbamos. Tendremos que calcular cómo mover la cámara para marcar el punto de aterrizaje, acostumbrarnos al peso (diferente desde el momento en que tenemos el traje), calcular los tiempos en función del movimiento de los elementos del escenario… Habremos de medir todos estos aspectos cuidadosamente antes de tomar impulso y saltar. Y, finalmente, tener fe. La idea de enfrentarnos a un mundo con sus propias leyes, que nos domina en la misma medida en que nosotros vamos aprendiendo a dominarlo a él, es una de las características que otorga personalidad a A Story About My Uncle.
A pesar de tener que poner nuestros sentidos en cada salto, el juego se disfruta como un paseo. El objetivo de los desarrolladores es que descubramos cada uno de los recovecos de su mundo fantástico con los ojos abiertos de par en par, como niños, con esa inocencia ávida de conocer y explorar. Los escenarios, tal vez demasiado simples en ocasiones pero sin duda preciosistas, y las criaturas que encontraremos a nuestro paso nos irán dando pistas de la historia que subyace, y por supuesto del paradero de nuestro tío. Que tenemos una misión, no lo olvidemos. A Story About My Uncle se autodefine con ese término que tanto gusta últimamente, story-driven, y tiene todo el derecho a hacerlo; del mismo modo que hace hincapié en el hecho de ser un juego «pacífico», atmosférico, donde el reto parte de nuestra confrontación con el escenario y no de oscuras criaturas que nos acechen en la maleza.
No os dejéis engañar por ese énfasis en la historia y en la ambientación: no es un juego sencillo. Pondrá a prueba a los plataformeros y desesperará a los que no estén acostumbrados a esa perspectiva en primera persona dentro del género, traicionera aquí por partida doble. Pero por muchas veces que nos caigamos, por mucho que nos frustremos al no ser capaces de calcular un salto que se nos resiste, será difícil separarse de este cautivador mundo. Querremos conocer el final de la historia antes de caer dormidos.