29 de abril, 2013

Dear Esther
The Chinese Room
2012
Aventura
Windows, Mac OS X
dear-esther.com

Dear Esther

Nos encontramos completamente solos, o eso es lo que pensamos al asomarnos ante la inmensa soledad que barre los paisajes que tenemos a la vista. La sensación de abandono es total y nuestro oído se vuelve protagonista ante los susurros del tormentoso viento que nos envuelve en nuestros pasos a través de tan misteriosa isla. Con cierta sensación de desesperanza, bajamos entonces la mirada hacia la carta que sostenemos en la mano: Dear Esther

Como si despertaramos de un sueño. No se puede describir de otra forma a la profunda y extraña sensación que se nos queda en el cuerpo después de abandonar el juego. La inmersión a la que nos vemos sometidos por su forma de narrarnos los hechos es asombrosa, más aún cuando estos hechos no solo están desubicados en el tiempo y en el espacio, sino que además relacionan personajes de los que a priori no sabemos absolutamente nada. Ni siquiera sabemos quién somos nosotros y qué hacemos en tan extraño lugar. Toda esta incertidumbre inicial en torno a la historia nos lleva a la conclusión que no es en estos detalles donde radica la importancia de Dear Esther, sino en la experiencia. Nos vemos de pronto teletransportados a un lugar apartado, inmersos en medio de un ir y venir de aleatoria información, ya sea por la narración o por lo que vamos descubriendo, que nos mantiene en vilo sin que haya algo presente que nos saque de semejante tesitura.

Este último punto se torna bastante importante, ya que hará que más de un jugador, acostumbrado a la acción, se desespere ante los pausados pasos de nuestra persona por los páramos de tan enigmático paisaje. No podemos saltar, ni correr o usar algún tipo de objeto. Tan solo se nos permitirá hacer un escueto zoom que apenas tiene más uso que el de intentar, sin éxito, vislumbrar pequeños detalles que nos ayuden en nuestro viaje. Las pistas son claras y todas apuntan en la misma dirección: vive la experiencia. Abre bien los ojos, agudiza el oído y déjate llevar, no hay que preocuparse de nada más. Ciertamente, la narración al ritmo de nuestros pasos hacen de perfecto hilo conductor durante dicha experiencia, pero es la ambientación la que toma mayor protagonismo, contando con uno de los paisajes sonoros más envolventes que servidor ha sentido en mucho tiempo. Los tempestuosos sonidos de las bocanadas de aire, el oleaje golpeando los acantilados, vegetación en movimiento… absolutamente todo hace que verdaderamente te sientas paseando por aquellos solitarios terrenos, llegando incluso a sentir sensación de frío o la necesidad de cobijarse.

No podemos olvidar el otro complemento indispensable de esta sorprendente ambientación: la banda sonora, obra de la compositora Jessica Curry, la cual es además co-directora del estudio responsable de esta maravilla: The Chinese Room. Su trabajo para Dear Esther es sencillamente increíble por la forma de conectar con la narración y el sonido ambiente en una composición sencilla, deliciosa y casi perfecta, con apenas un leitmotiv que vamos escuchando repetidas veces pero con diferentes instrumentos y que poco a poco se van combinando para regalarnos melodías que calzan como un guante (o incluso como unas botas) con nuestra experiencia. Nos encontraremos así con momentos en los que la unión de todos estos aspectos nos hace no solo asombrarnos como pocas veces lo habíamos hecho, sino introducirnos en un mundo de ensoñación del que tan solo alguna influencia externa, cual Primera Ley de Newton, podrá sacarnos.

Poco se puede añadir a un título que cuenta con semejante premisa. La experiencia es inmensa para todo aquel que esté dispuesto a probarla, ya que como hemos comentado antes, hay que tener cierta predisposición para no caer en la impotencia y la desesperación. Todo el que se decida a sumergirse en las agitadas aguas de esta misteriosa isla, con todas sus consecuencias, se dará cuenta de la maravillosa sensación que recorre nuestro cuerpo cuando empieza a sonar de nuevo esa enigmática, pero embelesadora melodía, mientras nos acompaña en nuestro andar entre extrañas piedras adornadas con brillantes imágenes muy familiares, al tiempo que nos paramos a observar a nuestro alrededor y descubrir una extraña silueta en el horizonte. El miedo a lo desconocido empieza a asomar desde muy dentro de nosotros, y sin embargo, continuamos la marcha hacia quién sabe dónde…

Acerca de Locke


Eterno nostálgico, siempre a la búsqueda de nuevas sensaciones. Sígueme en Twitter... o quizás no.

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