Si existe un concepto sobreexplotado en la imaginería popular ese es el de los muertos vivientes. Desde que George A. Romero recuperó el concepto, prácticamente todas las semanas asistimos al estreno de alguna película que, con mayor o menor fortuna, intenta aprovecharse del éxito de las anteriores, basándose sólo en el puro morbo de ver cuerpos en descomposición cercenados de las maneras más imaginativas posibles. Los videojuegos no son extraños a este fenómeno, y menos aún cuando esta estrategia ha demostrado recaudar elevadas cifras independientemente de la calidad y el concepto del juego en cuestión.
Hay quien dice que el éxito de estos monstruos radica en la cercanía al jugador. Cuando muere un sicario cualquiera, no le tenemos ningún apego, pero cuando le volamos la cabeza a un zombie, ese podría ser nuestro vecino o alguien que nos caiga mal. Es una teoría interesante, que encaja perfectamente con Zombies. el juego de bignic.
Y es que Zombies., aparte de ser un juego con un nombre sacado de las peores pesadillas de un experto en SEO, es la evolución de los pasatiempos al estilo «golpea a tu jefe», de tantísimo éxito en los ordenadores de empleados frustrados de los noventa. Una infección apocalíptica cualquiera ha tomado el edificio de una empresa canadiense cualquiera, y tendremos que abrirnos paso a la fuerza matando gente pálida entre pausa y pausa del café.
Podría decir que la historia es una simple excusa para asesinar a compañeros y jefazos diversos, pero eso sería darle demasiada importancia a ese elemento del juego. No solo la longitud del guión es absolutamente despreciable, sino que incluso se esfuerza en quitarse importancia a si mismo. Cual Pamela Anderson en los Vigilantes de la playa, el juego es plenamente consciente de que no estamos delante de la pantalla para recapacitar sobre su capacidad intelectual, sino para ver cómo corre de arriba a abajo. Solo algunas secuencias entre niveles ofrecen algo de trasfondo, con un doblaje que parece haberse grabado en el portal de un edificio, con las voces de los primeros incautos que pasasen por allí. El diálogo mezcla la ironía con el pasotismo puro y duro, aunque, pese a todo, hay un par de chistes relacionados con la amada Canadá que hacen la suficiente gracia como para no saltárselos.
Es una vez que nos ponemos en el control del protagonista que todos estos pensamientos se vuelven irrelevantes en favor de la acción mas pura que existe: la de liquidar zombies como si no hubiera un mañana. Y es aquí donde Zombies. decide ponerse serio, o al menos, todo lo serio que se puede ser cuando tu objetivo es vencer la burocracia a base de golpe de bate de béisbol, para a continuación rechazar los encantos de la maciza zombi de la empresa gracias a la inestimable ayuda de nuestra Uzi. Todo ello aderezado por una excelente banda sonora de corte electrónico que llega a los puntos álgidos en los mejores momento.
Cada nivel tiene un final claro: o te cargas a todos los enemigos o llegas a la otra punta de la planta, lo que ocurra primero. De vez en cuando el juego se saca de la manga la pésima idea de darte supervivientes que salvar o personajes secundarios que te ayudan, pero estos tramos fallan irremediablemente por una inteligencia artificial que simplemente no está lo suficientemente trabajada como para servir para algo. Estos personajes no te siguen a pie juntillas, sino que suelen elegir la dirección con mas enemigos en el camino, lo cual funciona muy bien con los personajes secundarios armados pero de manera desastrosa con los empleados indefensos. Además, suelen quedarse atrapados en cualquier rincón del mapa, por lo que acabas haciendo de niñera y desandando tus pasos. Seguramente en bignic sean conscientes de estos fallos, y por eso es completamente opcional salvar a estos civiles. Pero si eres un completista, lo pasarás mal y sentirás que no estás perdiendo por tu culpa.
Estas incorporaciones son algo extrañas teniendo en cuenta que lo demás que hace Zombies. lo hace muy bien. El control está bien calibrado, las cajas de impacto son justas y todas las armas disponibles son igual de divertidas. Es un juego de acción muy decente, aunque solo brilla cuando no se toma en serio a si mismo.