08 de febrero, 2013
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Indiespensable
«Nave», el videojuego itinerante

Si de algo está plagado el panorama indie, es de proyectos locos. Eso es impepinable. Ideas que vienen y van, abarcando gran extensión de parcelas relacionadas con los ámbitos más estrafalarios conocidos y aún por conocer: desde un juego educativo a uno que sólo hace uso de un botón, pasando por guiones narrativos que harían temblar a cuatro plumas y media. Pero hay una denominación inexplorada hasta el momento que sólo un estudio argentino está dispuesto a investigar: el videojuego intinerante.

Definiendo el concepto

Bajo el estandarte, Videogamo, INC., gente de portentosa trayectoria en el desarrollo de videojuegos y expertos en la producción cineasta. Unos tales Máximo Balestrini y Hernán Sáez conforman el plantel del estudio, mentes inquietas dispuestas a trasladar al ocio interactivo una insólita experiencia de diversión ambulante. De aquí para allá, NAVE es un concepto preparado para funcionar a lo largo y ancho de Argentina, sin descartar un posible salto mediante el que cruzar a cualquier otra parte del globo terráqueo.

En 2012 se anunciaba el proyecto como un juego para navegador sin trampas ni cartón, pero no bastando con dicho objetivo, los miembros de Videogamo empezaron a barruntar la posibilidad de llevar la obra al ya clásico arcade cabinet, como una vuelta a la época áurea de los salones recreativos. «El videojuego itinerante» estaba a punto de aparecer, su gestación era inaplazable. Convencidos de ello, apostaron a doble o nada por un duro trabajo de artesanía fina y de esbozos desechados que concluyeron en un brutal mueble, inmejorable marco para una máquina y un software preparado para las últimas comprobaciones de los beta testers.

El 25 de octubre de 2012 era la ficha fijada, NAVE estaba a punto de despegar y el estreno había generado una gran expectación. El juego, dispuesto a copar el interés de los curiosos, paseaba entre los asombrados protagonistas durante la tercera edición de la exposición Game On! de Buenos Aires. Esa misma noche, el primer torneo mundial de NAVE proclamaba a un claro vencedor, pero no sería el primer desembarco estelar ni el último éxito. El trabajo duro de meses tenía un balance positivo, pues las citas con objeto de saborear el juego en directo cada vez eran más frecuentes: el NAVE Arcade Tour se había tornado una realidad. El siguiente paso sería atracar el 22 de diciembre con motivo de la Fiesta Fin del Mundo en alusión al descalabro maya y los frustrados vaticinios de aquella civilización extinta de Mesoamérica. El poder de convocatoria de NAVE fue mayúsculo, y las nuevas fechas anuncian que 2013 es un gran año para el videojuego argentino. Sin dejar lugar a dudas, el videojuego itinerante, con la favorable venia de la cultura retro, ha calado en la escena independiente para crear una nueva concepción de ocio.

Dos maderas, un joystick y tres circuitos: el estilo retro

Pero como una idea intrépida debe estar respaldada con un buen aliciente, la gran salvaguarda de NAVE no es más que el juego en sí. Y es que la Serie de Resistencia —«Resistance Series» en el idioma anglosajón— firmada por Videogamo pone de manifiesto cada respiración entrecortada por la completa tensión, siendo paradójicamente obras para retozar al límite durante cada partida, cada segundo. De cortar la tensión con un cuchillo. De pulsar equivocadamente y extinguirse. Con todas esas premisas, NAVE mama del sello creado por Balestrini y Sáez, cuya definición pretenden reutilizar para el indefinido PIBE, otra de las proyecciones paralelas que van surgiendo dentro en el seno del estudio afincado en la capital argentina.

Sin embargo, la esencia, como ya adelantábamos, es la del salón recreativo más puro. La de los shmup, donde gastar una moneda es homólogo de apretar el joystick la extenuación. Una vigorosa descarga de adrenalina y hormonas que fluye del jugador frente a la máquina recreativa. Su novedad, como todo shmup debe presentar para no caer en el tedio, es el estar a los mandos de una nave que suple sus carencias de energía con su capacidad de crecer a golpe de power ups hasta convertirse en un verdadero Halcón Milenario. Su sencillez monocroma, junto a sus abrumadores loops sonoros traen al recuerdo otros títulos del género ya presentes en la escena indie como Verminest, Vyriax e Hydorah del omnipresente Locomalito o el infravalorado Jamestown lanzado por Final Form Games.

Por si fuera poco, y como ya adelantaron en la prensa argentina, NAVE podría sufrir ligeras variaciones con respecto a su versión original agregando modo multijugador cooperativo y mecánicas frescas a su paso por los medios domésticos: el PC (mediante la plataformas de distribución digitales más populares) y Ouya podrían recibir el juego de Videogamo. Hasta eso, mientras esperamos, siempre quedará conocer los próximos eventos NAVE Arcade Tour. Larga vida al videojuego itinerante.

Acerca de Sergio Ochoa


Yo escribía biografías con gran elegancia hasta que se volvió mainstream la dote de redactarlas en tercera persona. Magical Drop III pro-gamer y monoculopaster reconocido, Twitter es mi habitat natural: ahí es donde somatizo todos mis perjuicios.

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