01 de agosto, 2014

OlliOlli
Roll7
2014
Plataformas / Deportes
PC, Mac, Linux, PS3, PS4, PS Vita
http://www.roll7.co.uk/

OlliOlli

Yo era un crío cuando me compraron la Playstation. Sí, un crío, panda de abuelos. Mi madre rellenó un papel y a las dos o tres semanas apareció en mi buzón un cd con demos de juegos posibles. Había uno de Bugs Bunny, el juego de coches de Crash Bandicoot y el Tony Hawk’s Pro Skate. Solo era una fase del juego, una pista o un escenario. Creía que tenía que haber algo más, pero me contentaba con aquella pista, aquel escenario y aquella fase.

No sabía jugar al Tony Hawk pero aporreaba botones como un inútil en un juego de peleas: creyéndome saber algo. Años después jugué a un Tony Hawk de la Playstation 2 y me seguía pasando lo mismo. Muchos botones, muchas combinaciones, todo estaba muy encorsetado. Qué decepción. También jugué al Crash Bandicoot cuando ya había descubierto que era un fusilamiento descarado del Mario Kart. Ni pensé en el juego de Bugs Bunny.

Encontrarse con OlliOlli, un juego sobre ser skater, en pleno 2014 es una anomalía. Voy por Madrid y veo a gente con patinetes gigantes y otros con patinetes pequeños, pero ninguno de ellos es ese muchacho greñudo, vestido con ropas anchas y gorra que nos vendieron hace más diez años, entre el nacimiento de Jackass y la muerte del estereotipo a manos de Avril Lavigne. ¿Quién quiere ser skater?

OlliOlli, gracias, no va sobre ser skater. Va sobre jugar a videojuegos como dios. No es un machacabotones porque… se juega con un joystick, con la aparición estelar de un botón A y algún que otro botón trasero. OlliOlli es un plataformas. Quizá más Sonic que Mario. Tiene un tempo endiablado, si juegas bien, y en los últimos niveles debes calcular distancias con ojo de arquitecto.

En OlliOlli no hay espacio para los chapuceros. La perfección es requerida. En los primeros niveles te vale con hacerlo regular para ir pasándolos. Cada vez que llegas al final de uno desbloqueas el siguiente. Sin embargo, cinco retos por nivel nos pondrán las cosas difíciles. Una vez cumplidos los cinco retos, desbloquearemos el nivel en modo «Pro», con otros cinco retos más.

Pero en los últimos niveles no llega con hacerlo regular. Haciéndolo bien, y con suerte, puede que llegues al final. Pero tendrás que hacerlo de maravilla para cumplir los retos y desbloquear el modo «Pro». Ya no digamos en el modo Spot, donde los niveles se desnudan de distracciones para ir a por todas, con un ranking global por nivel.

Alguno más ducho que yo en estos temas sabría describirlo mejor, pero lo intentaré: OlliOlli está diseñado por manos divinas. Su tempo es delirante, una vez más, si juegas bien. Si haces un perfect en cada grind, en cada caída. Cambiando entre todos los movimientos posibles simplemente girando el joystick (fue diseñado para PS Vita, no os acerquéis a él a menos que tengáis un mando para vuestro PC) te obliga a tomar decisiones en décimas de segundo, arriesgando entre seguir el combo o completar ese 180 en el aire para que la pirueta quede bonita.

Eso hace que, pese a ser un plataformas (defenderé esta idea con mi vida), cada partida sea distinta respecto al jugador y a su forma de afrontarlo. Si eres de esos cuyo peor defecto es ser demasiado perfeccionista, este juego te enganchará por los pies y te meneará tan fuerte que acabarás mareado. Si no lo eres… seguramente te obligue a serlo.

No podría llegar OlliOlli en mejor momento del año. Un verano así de caluroso, al menos en este Madrid que duele y mata, es para pasarlo encerrado en casa a tope con el aire acondicionado, al menos durante el día. Y qué mejor forma de pasarlo que perfeccionando los Five-O y los Backside 360 Shove-it hasta que te salgan perfectos. Mirad, yo me voy a jugar, que tanto hablar de él me han entrado unas ganas locas, vosotros sabréis.

Acerca de Diego Freire


Pequeño burgués posmoderno, cuyos placeres poco culpables son las películas de hostias con machos alfa, las novelas pulp con mujeres ligeras de ropa y quedarse en casa mientras la gente va a conciertos. Podéis leer más desvaríos del muchacho en su portfolio.

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