Hola, mi nombre es Diego Freire y esto es Indie-o-rama. Durante toda esta semana, Indie-o-rama se transformará en un lugar para la discusión, la reflexión y el análisis. Nuestro sujeto será la crítica. Por aquí pasarán nombres como Anita Sarkeesian, Scanliner, Bukkuqui, Chiconuclear, Leigh Alexander, Kieron Gillen, Cara Ellison, Austin Walker, Daniel Starkey, Meristation, Anait Games, Polygon, Rock Paper Shotgun, Eurogamer, PBS Game/Show, Extra Credits, Edge o New SuperJuegos. Todo este namedropping tendrá cabida en la serie de post que asolarán esta santa casa. Pero antes, ¿qué es la crítica?
El propio término se ha visto difuminado y su sentido original perdido. Claro que su sentido original es irrelevante hoy en día. Citar a la RAE ahora no sería más que un cliché y una vagueza que nada puede aportar. Lo cierto es que el término crítica no lo he encontrado en ninguna de las páginas webs que he consultado. Ni Meristation, 3D Juegos, Eurogamer España, Vandal o Anait lo usa. Tampoco la GamesTM o New SuperJuegos. Ni el canal de Youtube Bukkuqui lo usa. En su lugar, utilizan el término análisis. Nos encontramos aquí con el primer problema nominativo, el problema original. Para conocer algo, para limitarlo, hay que saber nombrarlo.
Soy bastante partidario de que cada uno use las palabras como le vengan en gana. Pese a todo, necesitamos unos mínimos comunes para poder comunicarnos. No es lo mismo un avión que un helicóptero y no es lo mismo una crítica que un análisis. Toda esa prensa que usa el término análisis está, en realidad, creando una disonancia entre la palabra y su contenido, haciendo que esta pierda todo su valor y peso. El análisis es un texto complejo, profundo y exhaustivo que trata bien un tema en concreto en un conjunto de obras, bien una obra respecto a una totalidad o una ideología, bien una escena, una canción, un párrafo. Todo es analizable. El analista es un forense que abre una artefacto por la mitad, con unas herramientas y una hipótesis en mente. Lo despedaza, lo destroza, para luego recomponerlo y demostrar, con unos argumentos fundados y convincentes, una conclusión. El forense no dictamina si el cadáver es mejor o peor que otro cadáver. No decide si vale la pena haberlo abierto.
En este vídeo de Bukkuqui se habla de la música adaptativa en Portal 2. Primero, se pone en antecedentes al espectador. Qué es la música, cómo funciona, qué valor tienen en los videojuegos. Luego se deconstruye los elementos que forman la música en Portal 2 (el gel azul, el naranja, las plataformas de salto, las torretas, estar cerca de resolver el acertijo), se expone gracias a esta deconstrucción una idea (la experiencia única que otorga la música adaptativa) y se llega a una conclusión final sobre todo esto. Todo este análisis no tendría sentido en una crítica, que otorgaría un párrafo, seguramente menos, a esta idea. O, quizá, ni la mencionase.
Así pues, se me antoja más acertado el término review que sí usan los medios ingleses como Polygon o Eurogamer, incluso la New SuperJuegos se apropia de la palabra. Y, con más acierto, Rock Paper Shotgun se tira a la piscina con el Wot I Think, que, aún enmarcado en la categoría review, es mucho más directo y claro.
Porque review, traducido de forma basta y directa, sui generis, es re-ver, re-visitar. Echar una segunda mirada al artefacto en cuestión. Pero ya no mediante su interacción, no desde dentro del juego, sino desde fuera. Mediante la palabra. Aunque esta problemática la trataremos, sí, otro día. La crítica es eso. Una relectura de aquello criticado en lo que se enumera sus errores y sus aciertos. Claro que la crítica no es nada sin todo el bagaje emocional, educativo y técnico que el crítico lleva con él. Somos nosotros y nuestras circunstancias, que se ven reflejadas en el texto. Por eso, por ejemplo, esta crítica de Battleflield Hardline de Austin Walker es tan certera y superlativa. No solo porque parta de una reflexión sobre las historias que nos contamos de policías (es pertinente, Hardline es la enésima historia sobre policías). Sino por cómo la mecánica y las recompensas están del todo desconectadas. Esa es una gran review, donde se piensa en el juego después del juego y se revisa desde el computo global. Ir en sigilo, sin matar a nadie, no tiene sentido, porque el juego te premia con mejores armas y la historia está escrita para gente que dispara mucho. De las implicaciones raciales que incluye la crítica hablaremos… otro día.
De hecho, la crítica se ha ido perdiendo por dos motivos: el primero es la propia mercantilización a la que se somete esta crítica. Como elemento de aprobado o suspenso para los juegos, para las ideas y las personas. En la cabecera de la crítica de Splatoon, realizada por Salva Fernández para Meristation, se puede leer lo siguiente: «Disponible a finales de esta semana a un precio más que atractivo de 35 euros.» ¿El precio es un atractivo para comprarse el juego? De hecho, el precio es algo relevante. Vale, quizá no en Nintendo, por su estricta política, pero en el mundo de GOG, Steam y Humble Bundle, el precio de un juego ya no es un factor distintivo. Además, es un factor externo. No nos está diciendo nada del juego. Tan solo está hablando del mercado.
De hecho, Otogami, una de tantas webs sobre precios de videojuegos y ofertas a la desesperada, creó su propia nota, similar a la que los medios de videojuego ponen en sus críticas, para calcular el valor de un juego en relación a su calidad/precio. Cuanto mejor sea el juego y más barato lo encuentres, mayor será la puntuación. O algo así. Nadie tiene muy claro cómo funciona. Aquí se encuentra el otro motivo del declive de la crítica actual: la exigencia por la objetividad. No hay nada, nada, nada más objetivo que el Otoscore. Es infalible, certero, avalado por un montón de datos, gráficas y números. Ya no tiene sentido la crítica, porque ha llegado la objetividad suprema. Ha desbancado hasta a Objective Game Reviews, el único portal de todo Internet donde las críticas son 100% objetivas. Así que… ¿qué sentido tiene la crítica?
No solo por el rechazo a la crítica por culpa de la contaminación que sufren debido a la persona que la escribe, sino también porque hoy todos podemos ser críticos. Todos tenemos voz y tenemos voto en cualquier blog y en cualquier red social. El último trailer de Fallout 4 ha sido un tanto decepcionante y habrá quien esté de acuerdo y quien no. La crítica, sin embargo, se fortalece en función de esto. No en el consenso, sino en la diferencia. Cuantas más voces, cuantas más críticas y más disentimiento haya, mejor para todos. El problema radica en no aceptar esta disconformidad al leer una crítica con la que no estamos de acuerdo.
El origen de la crítica, si nos atenemos a Terry Eagleton y su La función de la crítica, está en el siglo XVII y XVIII, como ataque al Estado absolutista. «La crítica se abre al debate, intenta convencer, invita a la contradicción. Pasa a formar parte del intercambio público de opiniones. Visto históricamente, el concepto moderno de crítica literaria va íntimamente ligado al ascenso de la esfera pública liberal y burguesa que se produjo a principios del siglo XVIII. La literatura sirvió al movimiento de emancipación de la clase media como medio para cobrar autoestima y articular sus demandas humanas frente al Estado absolutista y a una sociedad jerarquizada.»
Sobre la crítica, sobre su evolución, quizá su salvación, su redención y, en general, sobre crítica a la crítica, hablaremos durante toda esta semana. Podéis seguir el debate en Twitter (seguramente esté yo solo) mediante el hashtag #CriticIOR. Tenemos un viaje trepidante por delante.