Explorar por el placer de explorar. Eso es lo que nos ofrece Shattered Planet, un juego pequeñajo pero seguro de sí mismo, que se apoya en las partidas veloces y en el humor light para cumplir sobradamente con su deseo de hacernos pasar un buen rato, enganchándonos con la premisa del «una partida más y lo dejo». Obra de Kitfox Games, apareció hace algunos meses para móvil y a principios de julio dio el salto a Steam (PC y Mac). Un vasto universo procedural, armas y objetos descacharrantes y extrañas formas de vida con las que interactuar son las bazas de la aventura.
En Shattered Planet tomamos el papel de un clon que se lanza a descubrir zonas ignotas de un planeta, tal como indica su título, fracturado (tenemos una pequeña historia subyacente; poco a poco iremos intuyendo el porqué de ese mundo). Los escenarios están elaborados a base de cuadrículas y las zonas se van desvelando a nuestro paso: tendremos que aventurarnos en busca del teletransporte que nos lleve a la siguiente zona sin tener claro qué nos aguarda en la oscuridad, si tesoros, nidos de criaturas, extraños objetos que investigar o enemigos cada vez más poderosos. Cada vez que muramos se registrará nuestro récord de exploración y regresaremos a la nave sanos y salvos. Porque, eh, no lo olvidemos, somos clones. La máquina de regeneración vuelve a hacer su trabajo y nos deja como nuevos. Dentro de la nave, podemos utilizar los materiales que hayamos recogido para subir nuestras características y fabricar armas que llevar a nuestras expediciones. Armas tan contundentes como garras de adamantium, una espada de diamante… o un periódico enrollado. Dependerá de cuánto nos gastemos en la máquina sintetizadora de objetos, y por supuesto del caprichoso azar, presente en todo momento.
Shattered Planet va descubriendo sus cartas poco a poco, conforme nos sumergimos en él: nuevas maquinarias que añadir a la nave, pizcas de ficción interactiva que nos llevarán a tomar decisiones más allá de avanzar y pegar, criaturas a las que podremos domesticar para que nos ayuden… Pequeños detalles, ninguno de ellos extraordinariamente original pero sí lo suficientemente variados como para que cada partida, a pesar de seguir el mismo esquema, se nos haga interesante y única. La sencillez bien entendida, en pocas palabras.