Ian Snyder nos invita a un viaje estelar, pero para ello primero debemos sentarnos y relajarnos. Dejarnos llevar por las estrellas y por el rumbo que ellas mismas nos ofrecen. Este edificante periplo nos recuerda que los videojuegos también son un complemento para despejar la mente, pues sin duda Star Swing es el mejor de ellos contando siempre con el beneplácito de los ya loados Osmos (Hemisphere Games, 2009) o Proteus (Ed Key y David Kanaga, 2013).

No es mucha la habilidad necesaria para variar la fugacidad de nuestro astro magno, y poco importa la puntuación a pesar de ser el propio autor del juego el encargado de recordarlas, para que no perdamos de vista nuestras ganas de medrar sin hacer que la estrella principal roce suelo o desaparezca por el infinito. Y aunque no siendo lo más importante de la obra que nos ocupa, sí que lo es el maravilloso despliegue de color en forma de explosiones casi burlescas, de sobresaliente luz que raya lo vectorial y un sonido minimalista con el que nos deleita el señor Snyder. En definitiva, con Star Swing consigue la cátedra suficiente para ser un mago de las escalas cromáticas complementarias y un empedernido del solfeo más minúsculo.

El pesado paso del tiempo se hace más ameno siempre que tengamos un navegador web a mano y usemos Star Swing para esos momentos en el que uno necesita desconectar de la realidad y sentirse una parte ínfima del gran Universo.