Escojo al más grande de todos. El juego me dice que no será fácil manejarlo, pero me da igual. Camina un tanto encorvado, con la cabeza por delante, buscando pelea. Hay otros tres en la arena, conmigo. Estamos atrapados. Luchamos entre la lava y el metal. Intento encadenar una serie de golpes. No puedo completarlos. Alguien me atrapa y me devuelve todo el daño que pensaba provocar. Una bestia gigante salta a la arena. Y nadie sabe ya qué hacer.
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