Si existe un concepto sobreexplotado en la imaginería popular ese es el de los muertos vivientes. Desde que George A. Romero recuperó el concepto, prácticamente todas las semanas asistimos al estreno de alguna película que, con mayor o menor fortuna, intenta aprovecharse del éxito de las anteriores, basándose sólo en el puro morbo de ver cuerpos en descomposición cercenados de las maneras más imaginativas posibles. Los videojuegos no son extraños a este fenómeno, y menos aún cuando esta estrategia ha demostrado recaudar elevadas cifras independientemente de la calidad y el concepto del juego en cuestión.
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