Cualquiera que entrara al Madrid Games Week, celebrado del 7 al 11 del pasado noviembre, quedaba rápidamente sobrecogido por la profusión de pantallas, los inmensos recintos para jugar a las últimas novedades (en torno a los cuales llegaban a formarse colas que les daban la vuelta varias veces), los llamativos focos parpadeantes y la música por doquier. Pero si se conseguía apartar la mirada de las tentaciones brillantes y los cantos de sirena, era posible reparar un pequeño y discreto stand, muy cerca de la puerta, donde se reunían los creadores españoles. Más modesto en medios, desde luego, pero para nada escaso de novedades. Ni de ambiciones. Ampliar artículo
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