Internet. Esa poderosa interconexión de máquinas con el potencial de, por un lado, unir a millones de personas en una causa tan noble y democrática como votar el ganador de Gran Hermano y, por el otro, de lograr siniestras distopías acabando con la privacidad y convirtiéndonos en esclavos bajo el yugo de un programa informático (llámese Prism, Echelon o Skynet). Por lo menos, hasta que algo de eso llegue, internet también nos sirve para que podamos compartir experiencias lúdicas independientemente de nuestra localización geográfica. De esto, precisamente, tratará el artículo de hoy. Intentaré responder a la pregunta: ¿cómo es posible el juego en red? Y eso que yo aún no lo tengo claro. Ampliar artículo
ARCHIVO DE ARTÍCULOS

febrero 22, 2013
Al buen jugón siempre le ha gustado formar parte de algún bando. Quizás debido, por un lado, a esa necesidad tan primaria de estar unido a otras personas afines a sus gustos, opiniones o aficiones, y por el otro, a otra necesidad tan básica y arraigada dentro de nuestro ser como importante en la evolución de la humanidad: la de competir. En el momento de situarnos frente a nuestra plataforma de juegos preferida, nos vemos afectados por estas naturales obligaciones aun sin darnos cuenta.
Ampliar artículo