¿Pero quién es —o fue, mejor dicho— Nikola Tesla? Si buscamos información sobre él, descubriremos que lo que obtenemos es tan sorprendente como enigmática era su personalidad, y por aquellas ironías del destino, nunca podremos encontrar su nombre alejado del de Thomas Edison más de dos líneas. Padre de un sinfín de inventos sin los cuales no existiría nuestra actual forma de vivir, podemos encontrar igual número de referencias hacia su persona tanto en cine, como en televisión, radio o videojuegos. La vida y obra del científico serbio siempre está de actualidad y Teslagrad es una buena prueba de ello.
No es casualidad que podamos encontrar tantas referencias a Tesla allá por donde miremos en los diferente ámbitos culturales, ya que su legado es sencillamente descomunal. Su revolucionaria imaginación, aunada con la excéntrica personalidad propia de un genio, siempre le han traído a la mente colectiva como imagen del típico «científico loco» que busca cambiar el mundo con alguno de sus inventos. Por desgracia, esta imagen siempre está asociada a los más estrambóticos y crueles villanos. Uno solo tiene que ataviarse con una bata blanca para que te tachen de loco al más puro servicio del mal, y parece ser que este estereotipo es bastante difícil de borrar. Eso sí, si los que lo piensan son tus alumnos, quizás no vayan tan desencaminados en cuanto a tus maléficas intenciones.
El joven Nikola llega a Estados Unidos con tan solo 28 años y una carta de recomendación hacia Thomas Edison, conocido inventor en nuestros días y considerado una gran personalidad en la época, aunque no sería la primera vez que la historia pone en lo más alto a quien no se lo merece. Suerte que el tiempo, más tarde o más temprano, coloca todo en su lugar. La mente de Tesla iba más allá de cualquier razonamiento que podamos entender como normal, cosa que dejaba a Edison y a su orgullo en muy mal lugar. Siempre orientado hacia el electromagnetismo, era capaz de imaginar piezas y artilugios de todo tipo, sin la necesidad ni siquiera de plasmarlos en planos ya que aseguraba guardarlos todos dentro de su cabeza. El inventor norteamericano no solo infravaloró la descomunal capacidad de su joven empleado para la innovación, sino que además se vio amenazado profesionalmente por tan increíble talento, despreciando y ridiculizando sus ideas sobre la corriente alterna en pro de sus antiguas ideas sobre una ineficiente e insuficiente corriente contínua. Esto hace que Tesla, tras haber sido explotado por Edison, quien incluso se apropió de patentes sin ni siquiera ser recompensado en lo más mínimo, decide abandonar su empleo para hacer frente con sus ideas, de una forma más directa, a su ahora antiguo mentor.
El resto es historia. Tesla funda su propia compañía dispuesto a mostrar tanto las incontables ventajas de la corriente alterna, como la forma de compartirla con todos los habitantes. Un uso libre de la energía eléctrica era su mayor utopía, la cual, por desgracia, dio de bruces con los intereses económicos de sus principales mecenas. En la guerra no hay vencedores, solo vencidos y en la conocida como la «Guerra de las Corrientes», librada entre Edison y Tesla por imponerse como mejor forma de distribuir electricidad, no fue diferente. La energía libre soñada por Nikola estaba más alejada que nunca. No solo no logró su objetivo, sino que además dejó de ser dueño de los derechos de la ya tan conocida vía para iluminar ciudades enteras, ganándose de camino un gran desprestigio, en gran parte creado por la envidia de Edison, el cual incluso llegó a inventar la silla eléctrica para poner de manifiesto los peligros de dicha corriente alterna. Con todo esto, pasan los años y Tesla termina sus días arruinado y viviendo solo en una habitación de hotel, lugar donde lo encuentran muerto un 7 de enero de 1943. No podía haber final tan desolador para tan increíble genio.
Es por ello, que Teslagrad tiene sin duda algo especial. Nos ponemos en la situación de un pequeño que tras una frenética huida se adentra en la misteriosa Torre Tesla. A partir de ahí no podremos encontrar mejor homenaje a este científico loco, aunque desde un punto de vista que aun no se había tocado. Junto con nuestro pequeño protagonista vamos descubriendo las propiedades de la materia que tanto atrajeron la atención de la prodigiosa mente de Tesla: el electromagnetismo en pura esencia. Comprobaremos asombrados como dos cargas de igual signo se repelen, y como, al contrario, las de signo opuesto se atraen. Nos veremos rodeados de campos eléctricos que nos facilitaran o dificultaran nuestro avance entre cargas positivas y negativas. Incluso podremos comprobar, para sorpresa de quien esto escribe, el efecto túnel en nuestros propios bits. Todo acompañado de puzles en los que tendremos que demostrar nuestra comprensión sobre tales conceptos y la habilidad para poder llevar a cabo nuestros planteamientos.
El nombre de Nikola Tesla resuena por todos los rincones de dicha torre, y somos testigos, a través de incontables pantallas repletas de pruebas, de notorias pinceladas sobre sus increíbles ideas. Pasillos oscuros, tenebrosos, iluminados tan solo por la potente e hipnótica, a la vez que zumbante, luz de cargas eléctricas ponen ante nosotros toda una nostálgica y triste evidencia de una de las personas más imprescindibles del siglo XIX: Tesla era objeto de la más absoluta incomprensión…