10 de enero, 2014
Artículo indiespensable
Indiespensable
El Festival de las Pandillitas Independientes

Con el Independent Games Festival a la vuelta de la esquina, llegó el momento de los preparativos, y entre ellos, de asistir a las nominaciones finales. Probablemente el más prestigioso de todos los eventos que acuna el videojuego independiente —y no en vano el más antiguo— registra cifras record en cuanto a participaciones. Tantas como 656 nuevas entradas han buscado su hueco entre la flor y nata de la industria independiente. Unas más conocidas que otras.

No es la primera vez —ni ojo, será la última— que en esta casa tratamos, directa o indirectamente, la posición del videojuego independiente en el mercado. Le hemos dado vueltas a pares, de hecho. Desde los enfoques opuestos a la hora de afrontar comercialmente la creación de un videojuego, a las implicaciones económicas (entre otras) de ser indie, la evolución del videojuego independiente en el marco de la industria de los billetazos, y la existencia (o no) de esa temida, habitualmente nombrada y casi siempre esquiva burbuja. Sin que servidor quiera extenderse demasiado en la cuestión, partimos ya de la base de que todos los indicadores apuntan a una explosión de contenido independente —como medida de seguridad, me privo de opinar de nuevo con el término «burbuja»—. Así las cosas, dejemos de lado las presuntas burbujas. Prestemos atención, en su lugar, a todas esas señales que hablan de una abundantísima producción. Como que, por ejemplo, La famosa Ludum Dare (competición por la que tengo especial predilección) registrara una media de menos de 300 participaciones en 2011, y más de 2000 a partir de esa fecha. O como por ejemplo que los medios especializados en videojuego indie sigan proliferando internacionalmente, y los ya asentados comiencen a preocuparse ante la imposibilidad de atender, ni siquiera de la manera más breve, a la ingente cantidad de mensajes, ruegos y códigos de review que llegan día tras día. O un último ejemplo, que el consumidor curtido de videojuegos comience a decidir qué consola de última generación elige en función del trato a los indies, o que el jugador (y comprador) ocasional ya entienda ese mero indie como una etiqueta de algo diferente. Adecuada y justamente o no, prácticamente todo lo indie es ya mainstream.

Y en algún lugar entre esa vorágine de producciones estamos nosotros. «Nosotros», en un sentido amplio. Nosotros como sujeto análogo a la prensa (a la vista de lo que hoy es la prensa de videojuegos, líbrennos los dioses de ganarnos jamás tal etiqueta); como jugadores, y no menos importante, como creadores de videojuegos. La comunidad del videojuego independiente, esa caterva de elementos dispares y entrelazados de las más curiosas maneras. Aún más concretamente centrémonos en nuestros juegos, que son los suyos. En el nombre del desarrollador, del juego de móvil y de los espíritus santos, piensen por un momento en las fatigas que se han de pasar para que un juego destaque entre tal marabunta de opciones. Exacto. Estábamos hablando del Independent Games Festival.

El citado evento nació en 1998 con el ánimo de «favorecer la innovación en el desarrollo de videojuegos y premiar a los mejores desarrolladores independientes». Aquí tienen la lista de las últimas nominaciones con las que abríamos el artículo:

Seumas McNally Grand Prize
  • The Stanley Parable (Galactic Cafe)
  • Don’t Starve (Klei Entertainment)
  • Jazzpunk (Necrophone Games)
  • Papers, Please (Lucas Pope)
  • DEVICE 6 (Simogo)
  • Dominique Pamplemousse in «It’s All Over Once the Fat Lady Sings!» (Deirdra Kiai Productions)
  • Menciones de honor: Crypt of the NecroDancer (Brace Yourself Games); TowerFall Ascension (Matt Thorson); Kerbal Space Program (Squad); 868-HACK (Michael Brough); The Yawhg (Damian Sommer & Emily Carroll)
  • Lista completa aquí.

    Como ven, el resultado de la criba de más de 600 participantes, ante un equipo de también unos cuantos jueces: 375, elegidos entre los más influyentes a juicio de la propia Gamasutra. Anoten esta mención a la «influencia».

    Los resultados brillan por sí mismos. Entre los nominados al Gran Premio Seumas McNally (recordemos, dotado con 30.000 dólares del ala) convergen un buen puñado de juegos de sobrado éxito, reconocimiento, y más que abultadas cifras de ventas. El fenomenal The Stanley Parable abre la lista de nominados. Con más de 100.000 copias vendidas solo en su primera semana a la venta (allá por Octubre del pasado año) el antiguo mod de Half Life 2 y su redondo metajuego para consigo mismo tenía una plaza prácticamente asegurada en el olimpo de los indies. Le sigue Don’t Starve, el oh-dios-mío-qué-hago de supervivencia, de los padres de los insignes Mark Of The Ninja y la saga Shank. El oscuro y sarcástico simulador Papers, Please de Lukas Pope consigue su visado, avalado por unas mareantes cifras de ventas que el autor no ha querido hacer públicas, pero que declara están «salvajemente por encima de sus expectativas». Luego están los otros. Los Necrophone Games se cuelan con una comedia policíaca en clave de aventura más que surrealista, Jazzpunk, que por cierto sale a la venta en este mismo Enero. Sigue el fantástico experimento DEVICE 6, una virguería para iOS de los suecos Simogo, que ya gozaron de nominación en el IGF en 2013, aquella vez con Year Walk, aspirando al premio a la Excelencia en Artes Visuales. Cierra Dominique Pamplemousse in “It’s All Over Once The Fat Lady Sings!” , una indestriptible opereta en stop-motion que viene con sello de calidad del IndieCade 2013. Y ahora, paremos un momento aquí mismo.

    Descacharrante trailer aparte convendrán conmigo en que, en principio, tiene sentido que varios de los grandes premios vayan a parar a los grandes éxitos. Aunque desgraciadamente no es una tendencia inamovible (ni mucho menos, una ley) la calidad y el buen hacer se ven recompensados con éxitos. Sin embargo, todo empieza a chirriar cuando observamos al mismo puñado de juegos salpicando todo el conjunto de nominaciones. De esos 656 videojuegos presentados, apenas un ínfima selección aparece una y otra vez en diferentes y muy heterogéneas categorías (hasta en cuatro distintas, como Papers, Please), como si ese jurado de 375 miembros convergiera mágicamente en la decisión de los últimos elegidos. Nominados, por otra parte, que no es que escaseen en calidad ni merezcan menos reconocimiento, pero que con certeza no son los que más los necesitan. No en vano ya son mundialmente reconocidos, ¿no? Una cuestión de influencias.

    Continuando con el desfile de premios, vayamos a los Game Developers Choice Awards. La cita de los mayores acoge igualmente a los indies. ¡Albricias! Veamos los nombres… Ok, Gone Home. ¿Papers, Please?. ¿Kerbal Space Program? ¿DEVICE 6? ¡¿THE FUCKING STANLEY PARABLE?! Efectivamente, ahí los tenemos de nuevo. Y no es de extrañar, en tanto Gamasutra, como el Independent Games Festival, como la propia GDC que presenta los Choice Awards hasta la mismísima IndieGames.com son productos de UBM Tech. ¿Por qué van a situarse los focos siempre sobre los mismos? ¿Por qué habríamos de contribuir a la ya natural polarización entre juegos exitosos y juegos no exitosos, justo cuándo esa explosión de producción acarrea, en su aspecto más positivo, una avalancha de creatividad y nuevas ideas? No es justo.

    Los amigos de IndieStatik escribían no ha mucho sobre el futuro de la escena indie, investigando de paso la existencia de “grupillos” de influencia que parten el bacalao. Personalmente, no me gusta pensar que esto vaya de pandillas. No únicamente porque la cooperación y el ánimo de compartir, enseñar y aprender han sido siempre una constante en cualquier reunión de desarrolladores a la que he podido asistir. Allá donde hay más de un desarrollador hay Iglesia, y si de hecho se acaban juntando más juegos de los que el mercado puede absorber, a buen seguro la selección natural se encargará de pasar su imparcial guadaña. En otras palabras, sólo sobrevivirán (comercialmente) los mejor adaptados, cualesquiera que sean sus armas. Mientras tanto, la propia comunidad puede seguir contribuyendo al éxito individual y colectivo. Si acaso los IGF Awards llevan el sello de la influencia, sigamos compartiendo, buceando y empapándonos entre creaciones y creadores. Si no hay espacio en prensa para tanto indie de calidad, hagamos más prensa indie. Y qué demonios, brindemos por los ganadores de los IGF, y aún más duramente por los olvidados.

Acerca de Eduardo Garabito


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