A veces se nos olvida que hay más rompecabezas aparte de los archiconocidos sudokus. Tanto si uno es amante de los puzles como si no se llega siquiera a plantear ese crucigrama a medio hacer que reposa en el bidé (saben los dioses cómo habrá llegado hasta ahí) Hexcells es un programa pero que muy a tener en cuenta.
Si ya han echado un vistazo a la captura que acompaña el artículo, háganse el favor de resistir la tentación de comparar Hexcells con el clásico Buscaminas. Y no es porque el citado Hexcells no sea un juego de puzles puro, que lo es. Ni por su mecánica, que no se distancia demasiado del clásico de Windows: descubrir casillas «marcadas», estudiando el número de casillas sin marcar que las rodean. Click derecho para unas e izquierdo para otras. Un poco de agudeza y cálculo hacen el resto. ¿Sigue sonando a Buscaminas, verdad? Pues atiendan: no hay situaciones aleatorias en Hexcells, en tanto los escenarios son predefinidos. El azar se convierte en estudio, y el avance en un auténtico placer para la vista, el oído y los engranajes mentales. Puro placer hexagonal.
En ese sentido Hexcells es un alarde de inteligencia y elegancia, en diseño, ejecución y feeling. Los primeros puzles, simétricos y con múltiples y discretas ayudas dan paso a un festival creativo del pícaro Matthew Brown, que despliega un sinfín de trucos, artimañas de diseño y trazos magistrales en cada nuevo puzle que aparece ante nuestros ojos. El encaje del universo sonoro, liviano y dulce, soporta una deliciosa experiencia a todos los niveles, que aúna una producción personalísima con una producción minimalista y a todas luces brillante. Por apenas tres míseros dólares. Hacemos recuento a las casillas colindantes y el resultado no puede ser otro que matemáticamente perfecto.