No hace mucho que leí aquí o allá que los shmups están desapareciendo porque se han vuelto demasiado enfocados al jugador hardcore. Y no lo dice ningún mindun… ehm, y no lo dice alguien no versado en el tema. Quizás convendría enseñarle al señor Tomonobu Itagaki (de quien proviene la aseveración) este Roche Fusion y su mezcla entre primer impacto casualote cross núcleo de inclemencia hardcore.
El marcianito empieza suave. Muchos colorines, oleadas de enemigos de perfiles geométricos más bien sencillos, algunos lásers y tal. Los distintos grupos de rivales se van sucediendo, y los multiplicadores suben mientras admiramos el paisaje y nos familiarizamos con las distintas rutinas de movimiento y disparo. Cuando limpiamos las primeras pantallas, una primera encrucijada; Roche Fusion ofrece tres mejoras a elegir. Que sea un companion, mejora de arma o arma especial ya es cosa de cada uno. A la velocidad de la luz comienza la segunda fase, y en medio parpadeo estamos envueltos por una tormenta casi perfecta.
Conforme sube la intensidad lo hace la adrenalina, y cada vez tenemos menos manga ancha para apreciar los muchos detalles que intensifican el delicioso look & feel del juego. Con nuestras fintas también se balancea la interfaz, y no tardaremos mucho en descubrir que la pantalla se pixela cuando los escudos bajan a niveles peligrosillos. Las armas especiales (hasta cuatro simultáneas) se hacen cada vez más necesarias, llegando a un punto en el que medimos en latidos cada segundo que falta para que llegue el refresco, y con ello la oportunidad de lanzar esa necesaria andanada de misiles, o láser omnidireccional. Vengan explosiones, rayos, balas y adiós. Roche Fusion es un juego desnudo, que gana más y más profundidad con cada partida. Un juego que gana cuando se afronta acompañado. Y a propósito, no hace falta que el otro piloto sea TAN hardcore.